La Bruja y el Alquimista.

Esta es la historia de Morrigan, la bruja y Larsoc, el alquimista.
La vida consta de un sentido del humor un tanto amargo y a veces, pareciese que se burla de la gente, tanto que juntó a una bruja y a un alquimista, retándolos a amarse profundamente, sin saber que en algún momento la diferencia de sus prácticas acabarían con esa historia.
No se buscaban, de hecho ni sabían de la existencia del otro, sin embargo, la vida se puso de bromista y cruzó sus caminos por los andares de la tristeza y la soledad; uno tratando de brindar ayuda al otro, usando sus talentos para mejorar aquellos días en los que en el reino, solo abundaba la desdicha y la miseria.
Al inicio fue un encuentro dichoso, afortunado, hasta me atrevería a decir que entre la bruja y el alquimista nacía un sentir que olvidaron en algún momento que existía. Usaban su arte y sus prácticas como modo de atracción hacia el otro y mientras más pasaban el tiempo juntos, más se maravillaban uno del otro, de su saber, de su inteligencia, de su poder tan grande y fantástico. Fueron meses de magia, de alquimia, de astrología y astronomía, de conjuros y química, de lectura y filosofía; hasta que la guerra llegó.
Los eventos desafortunados llegaron a ellos como una niebla que se volvía espesa conforme avanzaban, la desdicha del reino les alcanzó y no había nada que pudiesen hacer para evitarlo. Cada uno con su saber y con su poder, empezó a defenderse, había que escapar de esa guerra y morir en ella no era una opción; se ayudaban uno al otro, combatiendo cuerpo a cuerpo, a la distancia, usando tácticas inteligentes y algunas, simplemente impulsivas ante el momento de la supervivencia, pero siempre apoyándose para librar esta guerra juntos.
Lograban escapar, se ocultaban por un par de días, pero al continuar su camino, la guerra del reino los seguía esperando ahí afuera, así que decidieron escapar tratando de pasar desapercibidos; dejaron sus caballos, su cabaña, tomaron sus túnicas y con un poco de magia, lograron pasar desapercibidos y emprender el viaje a lo desconocido, pero eso si, lejos de aquella tormentosa guerra. El principio del viaje fue un gran alivio, pero también un reto de supervivencia entre buscar techo, comida y agua; sin embargo, poco a poco lo lograban. Mientras más avanzaban los caminos se volvían más estrechos, más difíciles, caminos de piedra, de lodo, de agua, bosques oscuros, la comida era difícil de encontrar, pocas veces había un río cerca; hasta que la niebla apareció de nuevo, esta vez sin guerra más que entre ellos mismos, decisiones debían tomarse ante la dificultad de los caminos que no llevaban a ningún destino, la magia se debilitaba y la alquimia no encontraba razones para continuar.
Morrigan no encontraba ya más ganas de practicar la magia, pues dejó de creen en su talento y su sabiduría, mientras que Larsoc no encontraba lógica en seguir un camino sin destino, estaban tan cansados de huir que huyeron hasta de ellos mismos; al dejar atrás el caos, dejaron atrás la casualidad de haberse encontrado y así, también olvidaron que la supervivencia, para estar juntos, hasta este punto los había llevado.
Nunca sabremos si se extinguió la magia o si la ciencia comprobó la inexistencia de ésta, lo cierto es que alguna vez existió magia que pudo explicarse con ciencia y ahora...
Solo existe un último conjuro y un último experimento del que no se hablará más nunca, pero prevalecen los recuerdos, las batallas y las anécdotas que se escucharán en los cánticos de aquel bardo que viste terciopelo carmesí, ya todos esos recuerdos, se quedaron en sus simples manos.
-Ch.
![]() |
"May this blue fire prevail over the centuries" |
Comentarios
Publicar un comentario